Porqué Jesús nunca es bajito, gordo calvo y feo?
Jesucristo, con todos sus maravillosos perfeccionamientos y
embellecimientos, es una idea, una idea que existe
y que ha existido siempre solamente en la mente de sus devotos.
Tomemos por ejemplo la existencia física de Jesús. Ninguno de los
evangelios (ni fuente alguna alterna, de hecho) describe a la fantasmagórica super-estrella
– y no obstante, todos conocemos su silueta esbelta, su
cabello largo y ondulado, sus facciones agradables pero atormentadas.
Su vívida imagen emerge, no de la historia, sino de la humana mente,
influenciada durante siglos por la Iglesia. Nosotros conceptualizamos
al Jesús de nuestras esperanzas, sueños y expectativas.
La idea de Jesús es suficientemente real para abarcar todo
lo que concierne a nuestra super-estrella – lo que creemos que él hizo, lo
que pensamos que dijo, y por encima de todo, lo que pensamos quién era. Jesucristo
en realidad, no es una realidad objetiva en los archivos históricos,
sino una “relación” con nuestra psiquis. Nuestra mente racional
puede admitir que sus milagros son un tanto exagerados; que sus palabras
pueden haber sido realmente tomadas de otras fuentes preexistentes,
pero lo que él fue, no admite revisión; fue y continúa siendo
un estándar de perfección, cuando la gente del mundo de la
realidad somos todo menos eso, y él ofrece la promesa de una vida
futura cuando la realidad deniega tal posibilidad
Tretas
– una característica biológica?
“ Si no crees en un Dios, para
qué es tu vida?
“Yo no podría con mi vida sin ninguna fe. Creo que
todos necesitamos creer en algún poder superior a nosotros”
“Creo que Él me ha salvado de la condenación, la
maldición y el infierno eterno. Me ha dado el precioso regalo
de vida eterna con Él en el Paraíso.”
-Los Cristianos escriben a ‘Jesús Nunca Existió’.
La creencia en un poder superior, particularmente una deidad benigna,
protectora, puede haber ayudado a sobrevivir a la especie humana.
El hombre es, después de todo, el único animal que enfrenta la
certeza de su propio e inevitable fallecimiento.
Solo él ha tenido que convivir con la potencialmente debilitante
perspectiva de que la vida es transitoria. Esta certidumbre pudo
traumatizar, y sin duda lo hizo, a muchos de los tempranos homo
sapiens, produciéndoles una neurosis de ansiedad e inactividad.
Después de todo, la pérdida de la fe puede ser, aún hoy, bastante
debilitante y perturbadora, pese a las comodidades mundanas. Qué
otro mayor consuelo puede haber que un eventual “regreso”
al protector abrazo del Creador, que la rendición de la propia
identidad a un dios de infinito amor, uno con el cosmos? Así
lo creemos porque deseamos creerlo.
Parece crecientemente posible que las mutaciones genéticas dentro
del cerebro dieron ventajas evolucionarias a los individuos que
pudieran mitigar la evidencia del pensamiento racional y de sus
propios sentidos, con la creencia en un mundo invisible
allende la tumba. Amortiguando el mortal paso a una vida
futura, aquellos individuos retendrían la esperanza frente a la
adversidad, ganando un vigorizante propósito de vida, y aumentando
sus posibilidades de supervivencia reproductiva. Eventualmente,
todos los supervivientes heredarían los “genes divinos” predisponiendo
a la humanidad a la creencia en un reino sobrenatural. Los sueños parecería
confirmar su existencia, así como también el hallazgo de las plantas
y hierbas psicotrópicas.
Con la propensión a la creencia en lo sobrenatural “fuertemente
implantada “ en el cerebro humano, las sociedades religiosas fueron
una consecuencia natural. Surgió el sacerdocio para utilizar y
manipular el “impulso religioso”. Esta casta dirigente reguló y
reglamentó las comunicaciones con el mundo espiritual, y estableció
control sobre los ceremoniales fúnebres.
No obstante, la racionalidad y la exploración
del mundo natural mejoró su compresión, y proporcionó comodidades
tangibles e inmediatas. Para que el foco de atención no se alejara
de los espíritus protectores tribales, los sacerdotes acentuaron
los peligros y los horrores de
la impiedad al mundo de los vivos, e introdujeron la noción del sacrificio.
El sacrificio por excelencia sería el de un hombre perfecto,
más bien un dios, quien vendría del mundo invisible y, al
regresar a éste, conduciría a quienes mueren a un paraíso
eterno.
JC y sus seguidores – Sueño Imposible encara Sucia
Realidad
“Sed perfectos, como lo es mi padre en el Cielo” – Mateo
5.48.
Jesucristo, todos lo sabemos, fue/es libre de toda falta – 100%
perfecto en todo. Lo es, porque así lo definimos. JC, hombre perfecto,
Dios encarnado.
Los fanáticos de JC, humanos solamente, no tenemos tanta suerte,
no importa qué tan duramente tratamos de imitarlo. Aún si perseveramos
por toda una vida, la cualidades crísticas que tanto admiramos nos
serán esquivas. Un estándar de perfección tan absoluto no permite
momentos de debilidad y trasgresión. Continúan siendo pecadores.
Jimmy
Swaggart. Pecador famoso. Todo es parte del espectáculo.
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En la práctica, por lo tanto, todos los cristianos
toleran el pecado. Tal vez para algunos el pecado no sea más
que un pasajero pensamiento egoísta o de desobediencia. Otros
han pecado en una escala verdaderamente monumental. Un sorprendente
número de papas fueron asesinos (Paschal I (817-824) Sergio
III (904 – 911), Juan XII (955 – 964), etc). Gille de Rais, un piadoso
monje carmelita, fue uno de los primeros asesinos en serie de la
historia. Este compañero de Juana de Arco y Mariscal de Francia
secuestró, sodomizó, torturó y asesinó a más de doscientos
niños.
En la tierra de nadie de los mandatarios absolutos cristianos
todos son inescapablemente pecadores, y ninguna dosis de santidad
podrá cambiar eso. Afortunadamente, para los hermanos en la iglesia,
ésta tiene una respuesta.
Asombrosa Gracia
“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante
la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo
de Dios, no por obras, para que nadie se jacte” - Efesios
2.8.9
“Porque sostenemos que todos somos justificados por la
fe, y no por las obras que la ley exige” – Romanos 3.28
A veces quienes se llaman cristianos se han conmovido a ejecutar
acciones bondadosas, de una compasión más allá de las normas
de humana conducta. Pero típica y consistentemente a lo largo
de la historia de la fe, han estado animados para destruir, no
para amar, a sus enemigos; para eliminar a sus rivales por la
violencia, no para sufrir privaciones humildemente; a acumular
riquezas en la tierra, a no socorrer a los pobres; a pecar con
más abandono y menos restricciones que los no influenciados por
su dios-hombre.
La ortodoxia cristiana ha en verdad tenido
una “tarjeta de salida de la cárcel”, que exonera aún
a los peores transgresores, un dogma de comodidad que los cubre
bajo el anodino término de “Gracia”. Comenzó
con el mismo San Pablo. En términos simples, ningún pecado
es tan grave que no pueda ser absuelto por la Gracia de Dios,
gratuitamente dada ( solicite a
la Santa Madre Iglesia un formulario de solicitud; adjunte el
valor correspondiente cuando la presente). Este maravilloso
nuevo método significa que cumplir los mandamientos ya no es
indispensable – “Su gracia” es infinita. Un cristiano moderno
puede encochinarse con todo el mundo, y aún así dormir
plácidamente por la noche, a sabiendas de que su salvación está
asegurada por su creencia intelectual en el mito del hombre-dios,
así que prosigamos con la fiesta…
Durante siglos la Iglesia ha sostenido fiera lucha contra todas
las sectas y herejías que alegaran superar la pureza crística
y las “obras” de bondad (qué terrible tarea!). La que
triunfó fue la noción de “Fe” – el simple expediente de “aceptar
al Señor como Salvador” y someterse a la voluntad de la Iglesia.
La ortodoxia católica hizo algún fingimiento de “fe mostrada
por las obras” (como una cruzada contra los paganos), pero Lutero
y los Protestantes que le siguieron clarificaron la “justificación”
(Permiso de entrada al Cielo) hermosamente: “sola fides”
– la sola fe. Lutero estaba seguro de que cualquier
intento de influenciar el plan maestro de Dios era un insulto
al creador. Calvino fue más allá, arguyendo el alarmante concepto
de que Dios ya había concedido su irresistible gracia y
había predestinado aquellos que se salvarían
y a los que se condenarían. De modo que haga lo que haga, sus
“obras” no le salvarán.
En el asilo de locos del cristianismo, la fe sin bondad puede llevarlo
al Cielo; la bondad sin fe a la condenación eterna.
Dulce
Caridad – o Salvando su propia alma?
"Porque Dios «pagará a cada uno según lo
que merezcan sus obras." – Romanos (2.5.6)
“Pero
no sabes, o vano hombre, que la fe sin obras está muerta? …
puedes ver que por sus obras se justifica el hombre, y no
por la fe sola.” –James (2.20.24)
Si la sola fe te lleva al Cielo, para qué molestarse observando una
conducta como la de Cristo? Con una teología que subordina
la caridad a la fe, y absuelve cualquier suerte de pecado, incluyendo
el genocidio, no sorprende que habiendo transcurrido casi dos mil
años durante los cuales practicar lo que predican, la iglesia cristiana
jamás ha puesto en práctica la ética supuestamente expresada por
Jesús.
Por supuesto, en mucho esto sucede porque dicha ética es totalmente
impracticable:
“No dejes para mañana lo que piensas”? “Concédele lo que pide”?
“No acumules para ti bienes terrenales”? “No te opongas a ningún
mal”? “Ama a tus enemigos, bendice a quienes te maldicen, haz el
bien a quienes te odian”?
Lutero se dio cuenta de las dificultades en
la aplicación de estos dichos sin sentido: los llamó “El
Sermón de la Montaña, la obra maestra del demonio “!
En cualquier caso, ningún país del mundo ha seguido nunca los preceptos
del dios-hombre cristiano. Más bien, aquello que el cristianismo
ha manipulado y se ha aprovechado es el temor humano a la muerte.
Conseguir la inmortalidad abrazado de Jesús ha probado ser un éxito
de mercadeo mucho mayor que la caridad con el prójimo.
Día del Juicio Sin
embargo algunos cristianos son humanitarios genuinos, y lo habrían
sido en cualquier fe que hubiesen practicado. Dado a
que su humanismo está encubierto por cristiana vestimenta, interpretan
su compasión y caridad en cristianos términos, imaginando que son
“el ejemplo de Jesús” que los inspira y anima. En otro entorno,
sitio y tiempo, podría ser el ejemplo de Mahoma o de Buda. Su humanitarismo
sin duda también programado dentro del genoma humano como una característica
para la supervivencia de la especie, es conocido en individuos
de todos los credos – y de hecho en aquellos que no siguen credo
alguno.
Pero “hacer el bien” es el precio que se paga
por permanecer inscritos en el divino ‘Libro de los Justos’.
Parte del arsenal de terror de la iglesia es la amenaza
del castigo divino. La noción de un juicio personal tras la muerte realmente
se debe más a medievales disquisiciones (por ejemplo, la bula de
1336 “Benedictus Deus”, emitida por Benedicto XII, el
cazador de herejes), más que a las escrituras.
En parte las contradice, por ejemplo en lo del “El Día del
Juicio” anticipado tanto en el viejo como en el nuevo testamento.
En el viejo (Joel 2.31, Ezequiel 13.5, Isaías 2.12) y en el
nuevo (Mateo 24-25, Actos 10.42), y es y es solidario con todos los
dogmas de la temprana Iglesia (Credo de los Apóstoles, de Nicena,
etc). Los teólogos durante siglos se han enzarzado con el acertijo,
precisamente, de: Donde permanecen las almas de los fallecidos,
antes de la gran “Resurrección Universal”? El purgatorio fue
una solución, que abrió la puerta a la criminal explotación de las
indulgencias.
“Pero yo les digo que en
el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda
palabra ociosa que hayan pronunciado” - Mateo
12.36
El “entrometido” dios cristiano conoce todo
secreto culpable, toda pecado vergonzoso. De modo que seguramente
Él estará también observando nuestros pequeños sacrificios
y ocasionales actos de bondad? Todos contarán el día del juicio!
(Y si escribes cosas desagradables sobre Jesús, arderás en el infierno!). Muchos
cristianos concentran sus “buenas acciones “ en el ámbito de su
iglesia favorita, sirviéndole al señor en su oficina principal,
y por tanto seguros de ser notados. La caridad cristiana disfraza
un egoísta deseo de engañar a la muerte y acumular créditos en
el más allá. Pero qué acerca de
esos héroes de los leprosorios y de los refugios
para miserables, pocos en número, pero venerados y elevados
a la santidad? Qué de esos parangones de cristiana virtud? Se
elevan ellos por encima del nivel de los cristianos comunes y corrientes,
llegan ellos a igualar el humanitarismo de quienes pertenecen a otras
religiones, o no tienen ninguna?
Un
cristiano ejemplar?- La Santa que vivió en medio de nosotros
"Para ser santos, tiene usted
que seriamente proponérselo… La muerte no debe
entristecernos. Lo único que debe hacerlo es el
saber que no lo somos.”
- Madre Teresa (En mis propias Palabras)
Gloria! Madre Teresa pronto se hallará
en medio de los meros santos del Cielo. Una compensación
adecuada para una estrella publicitaria quien – de acuerdo
a una muy bien aceitada máquina PR, al menos – tomó seriamente
el mensaje cristiano, abrazó a los leprosos y vivió en medio
de los pobres y desposeídos. Aquí en el Planeta Tierra (bueno,
al menos en su porción más próspera) Teresa
gozó de categoría estelar por más de treinta años. Marchita
y arrugada, su nombre so convirtió en el sinónimo de auto-sacrificio
y paciencia. Con seguridad era la medida con que se medía
la compasión a nivel mundial, la generosidad, el desprendimiento.
Hablamos de Calcuta, cierto? Maloliente, atestada,
insalubre… Quien distinto a un santo podría vivir allí?
Todo ese trabajo y amor por esos niñitos de piel oscura…
Vean, ésta es la clase de bondad que el señor Jesucristo
inspira. O no?
“Hay muchos que generosamente
le ayudaron en su trabajo porque no se daban cuenta
de cómo su torcidas convicciones estrangulaban los
esfuerzos de aliviar la miseria. Ignorantes de que
la mayoría de las donaciones permanecían sin ser
usadas como depósitos bancarios, ellos también estaban engañados
pensando que ayudaban a los pobres. "
- Susan Shields, antigua hermana con las Misioneras
de la Caridad.
Albanesa, nacida en Skopje, Macedonia, Agnes Gonxha
Bojaxhiu a la edad de 17 años ingresó a una
orden de monjas irlandesa, las Hermanas de Lareto, así
llamada por el sitio en Italia donde está la Casa de
Jesús, supuestamente transportada por ángeles desde
Nazaret. Nuestra heroína tomó el nombre de
Teresa (agradecidamente) y aceptó trabajo misionero en
la India. Pasaron veinte años antes de que el Vaticano
le permitiera dejar el convento y trabajar directamente
en Calcuta. Allí, bajo la dirección de su arzobispo, la
astuta Teresaidentificó un nicho
de mercadeo, el de los moribundos pobres,
cuyas almas al menos podrían ser despachadas al Cielo católico.
Hasta su propia muerte en 1997, Teresa empleó su tiempo
muy activamente buscando publicidad y fondos – para su
misión.
Formó un grupo, el de las Misioneras de la Caridad, para
ayudar a las gentes de la calle a morir con un poquito de
dignidad, y con los sacramentos católicos zumbándoles en
los oídos (estaban demasiado inconcientes para darse cuenta
de que estaban siendo bautizados en una religión que desconocían,
y que no les importaba). Su primer Hogar para
los Moribundos abrió en 1952, y luego
siguieron otros 450, en India y alrededor del mundo, incluyendo
un hospicio para enfermos de SIDA en Nueva York.
Contrariamente al mito popular, Teresa no fundó
hospitales no ofreció ayuda médica a los enfermos. Su política
era de no intervención, en la cual
Dios decidía quien vivía y quien moría. Ella en efecto regentó
un primitivo y mal equipado hospicio, donde los Indos podían
enfrentar a su creador cristiano. Aunque ella conservaba
su propia salud en costosas clínicas occidentales ( y se
hizo instalar un marcapasos), prohibió la compra de equipos
médico, aún el más básico para sus clínicas.
Teresa no tenía interés alguno en hacer a los pobres menos pobres
(por ejemplo, ayudándoles a restringir el tamaño de su familia),
sino en hacerlos más católicos.
En Calcuta misma ella era casi desconocida. Una
Estrella Mediática Reaccionaria
Los años finales de los cincuenta, y
comienzos de los sesenta, fue una época de crisis y división
interna de la iglesia romana, cuando trastabillaba hacia
una adaptación con el mundo moderno. El Segundo Concilio
Ecuménico Vaticano II ( 1962 – 1965) fue, o la “primavera”
de un Nuevo Catolicismo, o el comienzo de la putrefacción
que había visto bajar la asistencia a misa 66%, y el número
de monjas educadoras en un 94%.
Dentro de esta furia del conflicto interno católico, hizo
su entrada Madre Teresa y sus casas de moribundos, como un
póster de la iglesia reaccionaria. El cristianismo de Teresa
era simplemente medieval. Urgía a
los pobres a considerar sus sufrimientos como un “regalo
de Dios”. Describía el aborto para las víctimas de violación
como “asesinato puro”. Sus pequeñas clínicas de Calcuta evitaban
usar analgésicos de acuerdo con la primitiva doctrina de
“redención del alma a través del sufrimiento”.
Una luminaria mediática británica (piadoso católico) Malcolm
Muggeridge se encargó de elevar al estrellato a la diminuta
fanática a quien tanto admiraba, con una película hagiográfica
“Algo Bello para Dios” (1969), proclamando a un
medio crédulo circense que “un auténtico milagro había
ocurrido durante la filmación” (un rollo de película
se había decolorado “curiosamente”).
El ejemplo de buen cristiano nació y
fue rápidamente adoptado por el papado, entonces en rápido retroceso frente
al empuje liberal. Teresa arrancó con ímpetu de “jet-set”,
su celebridad de santa convocando a los creyentes en los
puntos álgidos de enfrentamiento con el evangelismo, y extrayendo
fondos de los católicos que servían a Cristo indirectamente
a través de sus chequeras. Y el dinero ciertamente fluyó,
notoriamente de gentes como la pandilla Duvalier de Haití,
y Charles Keating, el mayor defraudador en la historia
de Estados Unidos ( el chanchullo de Lincoln Savings and
Loan). Keating contribuyó con más de un millón de dólares
para Teresa y ella le retribuyó con un testigo a favor en
la corte. De seguro que el Señor trabaja en misteriosas formas.
Los periodistas han estimado que las Misioneras de la Caridad
reciben tanto como unos $100 millones de dólares al año,
aunque no se publican las cuentas. Algunos alegan que los
fondos son transferidos al instituto per Opere Religiosi (el
Banco Vaticano), donde son invertidos en países no cristianos
para “trabajo misionero” – más casas de monjas y conventos.
En 1991 una auditoria en el Reino Unido reveló que solamente
el 7% del total del ingreso de $2.6 millones pasó a obras
de caridad. El resto fue enviado al Banco Vaticano.
Qué
tan reaccionario puede usted volverse?
OK, el aborto no es agradable; la contracepción puede ser
innatural; podríamos, en un momento de confusión, aprobar
la quijotesca posición de Teresa de que el sufrimiento de
los pobres “es algo muy hermoso”. Pero esto apenas comienza
a acercarse a las profundidades de la locuras medievales
de Teresa. Un fugitivo de su asilo revela el corazón de hielo
del más celebrado de los cristianos.
“Tres de las enseñanzas de la madre Teresa
que son fundamentales para sus conceptos religiosos
son los más peligrosos porque son creídos tan sinceramente
por sus Hermanas.
El principal es el de que siempre que ellas
obedezcan, están cumpliendo con la voluntad divina.
Otro es la creencia de las Hermanas de que
poseen influencia sobre Dios, si escogen el sufrimiento.
Su sufrimiento hace a Dios muy feliz. Él entonces concede
gracias a la humanidad.
El tercero es el de que cualquier encariñamiento
con los seres humanos, aún con los pobres que ellas
sirven, interfiere con el amor de Dios, y debe ser
vigilantemente evitado, y arrancado de inmediato.
Los esfuerzos para evitar cualquier nexo emocional
causa caos y confusión permanentes, movimiento y cambios
en la congregación. Madre Teresa no inventó estas creencias
– eran prevalentes en las congregaciones religiosas
antes del Vaticano II – pero ella hacía todo lo que
podía(que era mucho), para hacerlas cumplir."
– Susan Shields,
antigua Hermana con las Misioneras de la Caridad.
El 5 de septiembre de 1997,
murió Teresa. Su amigote, el papa Juan Pablo II, el más prolífico
creador de santos en la historia, no pudo esperar a dejar
su beatificación sobre la marcha. Precisamente a un año de su muerte, se requirió
que ocurriera un milagro. Una foto de Teresa en Calcuta proyectó un rayo de
luz sobre una mujer, quien de un día para el otro se curó de un tumor grande. Vamos! En
octubre del 2002, la Congregación por la Causa de los Santos reconoció
el milagro, y un año más tarde su antiguo colega Juan Pablo la beatificó. Puede
nadie dudar que el necesario segundo milagro está por ocurrir, y que una nueva
estrella brillará en el cielo?
Así es lo tan bueno que se vuelve un “buen cristiano”.
Copyright © 2005
by Kenneth Humphreys.
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